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082 0 _aE863
_bIc1
100 1 _97832
_aIcaza, Jorge
_d1906-1978
_eAutor(a)
245 _aHuasipungo
_cPor Jorge Icaza, edición de Teodosio Fernández
250 _aDuodécima edición
264 1 _aMadrid:
_bCátedra,
_c2018.
300 _a255 páginas:
_c18 cm.
336 _2rdacontent
_atexto
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_ano mediado
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_avolumen
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490 _aLetras Hispánicas
_vNúmero 274
504 _aContiene bibliografía página 55
505 0 _aUna historia agitada. — El contexto literario ecuatoriano. — La obre literaria de Jorge Icaza. — Un hito en la historia del indigenismo. — ¿Una novela mal escrita?.— Esta edición. — Huasipungo. — Vocabulario
520 3 _aLa historia comienza con el dueño de un rancho ecuatoriano característico de la época. Su nombre es Alfonso Pereira y está a punto de ser abuelo. La hacienda, llamada Cuchitambo, está gestionada en modo huasipungo, con indígenas que viven y trabajan en ella. Con motivo del próximo alumbramiento de su nieto, escoge a Cunshi como nana para el recién nacido. Su marido, Andrés Chiliquinga, es el indio protagonista de la narración. Al no encontrar a su esposa, piensa que ha decidido abandonarlo y decide irse a trabajar al monte, donde pierde una pierna. Como consecuencia de ello, vemos que empieza a producirse un fuerte enfrentamiento entre el patrón y el indio, el cual se agrava cuando don Alfonso Pereira se interesa por la cuidadora de su nieto y decide cortejarla. En paralelo, la mayor parte de los indios son enviados a trabajar en la construcción de una carretera, donde soportan interminables jornadas laborales y el trato inhumano y despótico del capataz. No pocos de ellos deben arriesgar sus vidas para realizar sus tareas (incluso algunos mueren). El malestar aumenta en la medida en que son conscientes de que solo el juez, el cura del pueblo y un inversor extranjero van a salir beneficiados de la obra viaria. La crecida del río como consecuencia de las lluvias provoca un cambio drástico en la situación: la zona en la que estaban construyendo queda inundada, pero también las huertas y las viviendas de los indios. La desolación es absoluta y el hambre se convierte en un azote para todos. Si continuamos la lectura de Huasipungo, comprobaremos cómo las desgracias siguen cebándose con el indio Chiliquinga. Su esposa ha muerto y no será enterrada en el cementerio de la iglesia sin realizar un prohibitivo desembolso al sacerdote. Finalmente, decide robar una res para poder darle la sepultura que desea; sin embargo, es descubierto y apaleado. Cuando la situación se vuelve insostenible, el odio, el rencor y toda la violencia acumulada se desatan. Chiliquinga congrega al resto de los indios para asaltar la hacienda. Allí ya no queda nadie: los amos han huido a Quito. Las autoridades se enfrentan a los indios rebeldes, de los que unos pocos terminan refugiados en una choza. Cuando el techo comienza a arder, todos saben que solo les espera la muerte. En un acto heroico final, pleno de casta, orgullo y desprecio a sus enemigos, el protagonista sale de su escondite con su hijo entre brazos gritando «¡Ñucanchic huasipungo!». Son recibidos a balazos. Su frase sigue flotando en el ambiente tras las ejecuciones. La novela nos cuenta que, cuando sopla el viento helado entre los páramos americanos, todavía hoy se escucha ese mismo grito: «¡Ñucanchic huasipungo!».
650 _aNovela Ecuatoriana
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650 _aLiteratura popular
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650 _aCiencia ficción
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653 _aObra literaria
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